sábado, 26 de enero de 2013

GUIRNALDA

Ceñiré tu cabeza con una guirnalda entrelazada con mis propias manos. Buscaré infatigable las flores más hermosas y delicadas que soñar pueda en una vida entera y las iré tejiendo una por una con hilos de oro y plata infinitos, traídos del fin del mundo, de la orilla apartada y desconocida de lo imposible. Ensartaré entre ellas perlas de espuma blanca de la que rompe en mi playa, bendecida por la luz de la luna creciente si atiende mis preces; si no, he de robarla. La anudaré con un arcoiris hijo del primer rayo de sol y de la primera lágrima vertida por mí en tu nombre y que aún conservo tan cerca de mi alma. Con la brisa más pura y fresca de la mañana he de perfumarla y una gota de rocío que me traiga una mariposa perdida servirá para ungirla. El canto de un ruiseñor abandonado acompañará mi labor y descansaré en la promesa de tus labios al terminarla. Imploraré a los Dioses antiguos que la aceptes y pagaré sus favores con mi aliento, si es preciso. Aguardaré paciente el día acantonado en un castillo de arena que ya se desmorona azotado por el viento. Con ella te coronaré Reina del Tiempo, Soberana Eterna de la memoria, Señora de las huellas en la arena del recuerdo, y tu sonrisa será bandera de tus dominios y yo tu más humilde vasallo. Postrado a tus pies te juraré lealtad imperecedera y obediencia ciega, pues no te miraré a los ojos si tú no quieres, so pena de muerte, e iré limpiando el suelo a tu paso porque no desluzcan tus pies y apartando las ramas, las briznas de hierba y hasta las flores que puedan apenas tocarte, si es que te molestan. Antes de pronunciar tus deseos ya los tendré yo de sobra cumplidos y antes de declarar tus protestas ya habré sufrido el castigo por mi propia mano, por si se me olvida apartar una sombra que te estorbe o cubrir un rayo de sol que te importune. Velaré por tu descanso tanto de día como de noche, sin concebir recompensa a cambio; viviré como un animal, sin abrigo ni cobijo, alimentándome de despojos y durmiendo sobre un lecho de hojas secas y antes de que lo determines iré al encuentro del mar desprovisto de miedo y no dejaré de caminar hasta que me envuelva el silencio. Sólo por escuchar mi nombre en tu voz una vez más.
Pero tú apartas la mirada
y te vas sin decir nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario