Era el mar que resplandecía a nuestros pies.
No, no era el mar.
Era el viento que nos enredaba los cabellos.
No, no era el viento.
Era la lluvia que nos hizo correr a guarecernos.
No, no era la lluvia.
Era el tiempo que se nos hizo tarde.
No, no era el tiempo.
Era el catorce de mayo aquél día.
No, tampoco era aquél día.
Eras tú la que sonreía con dulzura.
No, no eras tú.
Era yo el que cerraba los ojos y silbaba.
No, ya no era yo.