viernes, 1 de enero de 2016

CIERTOS PAISAJES DEL SILENCIO


escucho ese silencio
de pasear una mañana de invierno
cerca de las aguas frías del mar
de viento fresco y lluvia suave y fina
de olor a sal
de recordar
de perder el hilo en conversaciones ajenas sin importancia
de dejar la mirada en suspenso
de imaginar
a veces de respirar hondo
de perder el tiempo y la vida con él
de pensar
de desfallecer
de morderse los labios
o guardarse las manos en los bolsillos
de escribir y de destruir lo escrito
de no dejar ni rastro
de invocar
de aguantar
de creer
de desesperar
es un silencio de mejor callarse
y en lugar de ello pronunciar un nombre
pregunta y respuesta a la vez
es un silencio de piedra
de gracias y de nada
un silencio de casualidades que
deja mucho que desear
un silencio de miedo y gravedad
un peso muerto que acarrear
un silencio que acaba cayendo como la niebla
de tenue luz de alumbrado público
de árboles desnudos 
de volver a casa y sentir frío
de paredes interiores
de ventanas cerradas hacia fuera
de llanto contenido
un silencio de espejo
de dejarse ir poco a poco
de cenar un vaso de agua y tres cigarrillos
de perder las ganas de hablar con nadie de nada
es un silencio de derrota incondicional
es un silencio de encogerse de hombros
de darse la vuelta
de conseguir dormir finalmente
pensando que quizá mañana
pero mañana tampoco
es un silencio sin espacio ni tiempo
de todos lados a todas horas
es un silencio de negar la realidad
como un beso en el hueco de las manos
o como el rastro de una sombra que nunca se oye pasar
escucho ese silencio como si fuera mío
de la cabeza a los pies
como si lo llevara dentro
y se extendiera a todo cuanto
se encuentra al alcance de mis sentidos
alejándolo