sábado, 2 de febrero de 2013

BUEN DÍA

Hace un buen día y el anciano Fú siente cierta alegría en su corazón. Fú sólo tiene un puñado de arroz hoy para comer, pero ha decidido sentarse a la puerta de su casa y disfrutar de tan escaso alimento viendo tranquilamente cómo pasan los ciclistas y los peatones por la calle. Justo al llevarse a la boca los palillos con su primer bocado de arroz, una mujer acompañada de cuatro niños se detiene a mirar el escaparate de la tienda de especias de su vecino Chong. Tienen un aspecto muy humilde y el primero de los niños se acerca a Fú mirando hambriento su escuálido cuenco, mientras se limpia los mocos con el dorso de la mano. Fú le ofrece el bocado al niño y éste lo acepta rápidamente; con él está el segundo niño, que mira con idéntica ansiedad la comida, pero es más tímido y no se atreve a acercarse hasta que Fú le ofrece claramente otro bocado; los otros dos niños se adelantan sin miramientos esperando igual suerte y Fú les procura las dos últimas porciones de arroz que le quedaban. La orgullosa madre les reprende severamente en cuanto se da cuenta y se arrodilla ante Fú pidiéndole disculpas. Fú hace levantarse a la mujer quitándole importancia al asunto con una sonrisa. El anciano Fú se queda sentado mientras les dice adiós con la mano; uno de los niños, el más pequeño, camina torpemente, con la cabeza vuelta hacia Fú, agarrado a la mano de su madre y chupándose un dedo, con una mirada como de agua dulce. Fú, con el cuenco vacío entre sus viejas y sucias manos, se encoje de hombros y piensa "Al menos hace un buen día". Y se queda toda la tarde allí sentado viendo tranquilamente cómo pasan los ciclistas y los peatones por la calle.

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